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Estrés vacacional

Y llega el tan ansiado septiembre, la maravillosa incorporación al puesto de trabajo, el reencuentro con los compañeros, las llamadas telefónicas, informes, problemas laborales de todo tipo,… al fin se acabó el estresante verano.

La emoción del tan esperado descanso estival empieza unos meses antes, con la planificación de unas vacaciones de ensueño con nuestros amigos, familiares o seres queridos.

Durante esos meses previos, el entusiasmo de las vacaciones venideras nos dan la fuerza suficiente para levantarnos y afrontar el duro día a día, con jornadas laborales interminables, compromisos familiares, colegios, atascos, frustraciones por no conseguir los objetivos propuestos cada año, como por ejemplo ponernos en forma, dejar de fumar o aprender ese maldito inglés…

Por eso las vacaciones serán el ‘bálsamo de Fiarabrás’, la cura de todos nuestros males. Serán el final de un periodo, una limpieza total y el renacer de la persona con una nueva vida.

Van pasando los días y nuestra cara cada vez brilla más… Sí sí, es cierto que el trabajo aumenta por eso de que hay que dejar muchos temas cerrados, pero nos da igual, podemos con todo, nos levantamos como un resorte, hacemos horas extras, hasta nos parece graciosa la M40 a las ocho de la tarde, parados y observando alrededor todos los autómatas en sus coches atascados. Es gracioso que no importe absolutamente nada, porque en unos días no estarás ahí haciendoles compañía.

Y llegó el mejor día de todos, el último día de trabajo antes de las vacaciones. Ese día puedes entrar a las seis de la mañana y quedarte hasta las once de la noche, ese día es pura felicidad: solamente pensar en lo que se avecina te hace notar una sensación muy gratificante. Todo el mundo te desea lo mejor, que disfrutes de tus merecidas vacaciones, que no estés al tanto de nada y que te olivides de todo hasta dentro de tres semanas.

Al día siguiente, primer día que contabiliza oficialmente como periodo vacacional, te levantas antes que nunca, después de dormir 4 horas, cargas de maletas el coche y medias en unas cuantas discusiones familiares por cualquier tontería, como los trastos cargados, las maquinitas de los niños, la hora de salida.. etc. Te das cuenta de que a todo el mundo se le ha ocurrido salir a las 5 de la mañana para evitar el atasco de las 11h, pero ya es tarde para reaccionar, es el momento de asumir otro atasco de unos 25 Kilómetros según informa la DGT.

Y depués de 8 horas para recorrer 300 Km, aquí estamos instalados, …. y destrozados, acalorados pero felices de estar de vacaciones observando la primera paella de unas cuantas que seguro caerán.

La rutina es muy simple, intentar no hacer nada, descansar, dormir, despertarse tarde, ir a la playa, chiringuito, comer, pasear, de nuevo chiringuito, alguna que otra excursión, organizarse tranquilamente en hábitos saludables mientras reposamos… nada complicado.

Pero qué difícil es conseguir un buen sitio en el chiringuito, y en la playa mucho mas, habría que levantarse a las 7 de la mañana. Cada día te levantas más cansado y gordo, y los niños… en fin los niños … mejor no hablar de ellos. Hace un calor de espanto, menos mál que la brisa de mar es maravillosa, pero aun más maravilloso sería tener un pequeño espacio cerca del agua en el que no me invadieran los vecinos, o los niños no levantaran tormentas de arena al pasar. Me tengo que contentar con abrasarme los pies en las dunas incandescente de la tercera o cuarta fila de playa.

El día nublado es el mejor, es día de excursión. Conoces los alrededores que normalmente son pueblos pesqueros preciosos. Si no fuera, claro está, porque en cuanto coges el coche, me río yo de la M40 a las 8 de la tarde, esto es peor, y cuando llegas a tu destino después de una hora y 15 Km recorridos, el dichoso coche lo tienes que dejar a otra hora andando.

Día tras día vas solventando las vacaciones como se puede y de vez en cuando te tomas un descanso visitando el correo elecrónico o atendiendo la llamada de algún cliente que, ‘pobre de él aun no está de vacaciones’ y, de todo corazón, te pide disculpas por haberte llamado y molestado, e interrumpido en tu bien merecido descanso, pero tú le dices que no pasa nada, que te llame si es necesario, …. y si no lo es también, que tu estás siempre al pie del cañón, y ante su persistencia de que le disculpes acabas suplicándole que por favor te llame….

Y llega el mejor día de todos, el último día de vacaciones, ese día puedes levantarte a las 4 de la mañana y no regresar hasta las once de la noche a tu hogar, ese día es pura felicidad. Solamente pensar en lo que se avecina, resulta una sensación muy gratificante. Todo el mundo te compadece por haber acabado tus merecidas vacaciones, pero al fin se acabó el estresante verano y llega la incorporación al puesto de trabajo, la rutina es el ‘bálsamo de Fiarabrás’, la cura de todos nuestros males.

Será el final de un periodo, una limpieza total y el comienzo de una nueva persona con una nueva vida.

Estrés vacacional

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